Por fin llega a la gran pantalla "Sexo en Nueva York", la película que narra la vida de las protagonistas de la serie que no dejó indiferente a nadie. A mi me encantó. Y por muchos y muy diversos motivos. Por una parte porque esta serie me ha acompañado en los momentos más solitarios de mi vida, cuando no vivía cerca de mi Manhattan, ni de mi Big, ni de mis chicas. Así que mientras veía la serie me olvidaba de todo y era un poco más feliz.
Por otra parte porque me encanta la relación de amistad que tienen sus protagonistas. No es exclusiva ni exigente. Es libre. No es dependencia pero sí tienen necesidad las unas de las otras. Son una familia de cuatro miembros del mismo sexo. La familia que ellas han elegido. Y así es como yo entiendo la amistad. Pero además viven la vida al máximo. Eso sí, llevando al extremo las circunstancias de la vida cotidiana. O al menos para el mundo en el que yo vivo. Ya me gustaría a mi poder ir con mis amigas todas las semanas a conocer el sitio de moda de la ciudad, o irnos de vacaciones siempre que nos apetezca, o tener entradas para los acontecimientos culturales y sociales más relevantes por ser yo, o entrar a Prada o a Dior y que los dependientes me pongan la alfombra roja. Pero eso sólo pasa en la ficción o en la vida de Paris Hilton. Y yo soy real y me llamo Carol.
Pero puestos a dejarme absorber por una serie de ficción me gusta que me ilusione, que me haga sentirme a gusto, que me apetezca llamar a mis amigos, que me haga sentirme afortunada, por tenerlos a ellos y porque mi Big hace ya tiempo que dio el paso de llamarse John. Bueno en mi caso no se llama exactamente así pero vosotras sabéis a qué me refiero.
Si, la verdad es que Sexo en Nueva York me hace feliz y estoy deseando darme otra sesión, esta vez de hora y media, de felicidad. Para eso tendré que esperar hasta el viernes 20 de junio. ¿Te apuntas?
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